San Albín

Cerro San Albín

Plaza de Toros del Cerro de San Albín o Plaza de Toros de Mérida 

Consta la existencia efímera de una plaza de toros de madera en 1883, ubicada cerca de la puerta de San Salvador, concretamente en el conocido como Corralón de los Pacheco. Pero no es hasta 1902 cuando, al rebufo del esplendor industrial y comercial que el ferrocarril, estaba aportando a la ciudad, una parte de la sociedad emeritense, a imitación de lo que estaba sucediendo en buena parte de las capitales españolas, quiso construir un coso taurino de fábrica de los denominados «monumentales».

Se ubicó fuera de la ciudad, concretamente en la coronación del Cerro de San Albín, la cota más elevada de la ciudad hacia el sur. De tal manera que el edificio se convertiría en el más significativo hito visual de la urbe, aparte de iniciar el crecimiento de la ciudad a su alrededor (zona conocida como «Ensanche»).

El 30 de diciembre de ese mismo año de 1902, se constituyó la Sociedad Taurina Extremeña, cediendo los terrenos, entonces arrendados para sembrar cebada, D. Fidel Macías. Se inician los trabajos tomando mediciones de la plaza de Peñarroya (Córdoba) y la Plaza Vieja de Badajoz (hoy desaparecida), para evaluar costes del proyecto.

Paralelamente se explanan los terrenos apareciendo un depósito de excepcionales esculturas romanas ligadas, muy probablemente, a un edificio de culto mitraico. Estas esculturas (entre otras, representaciones de Aion Cronos, Mercurio o el propio Río Anas) fueron recuperadas por José Ramón Mélida e ingresadas en el entonces Museo Arqueológico de Mérida, constituyendo uno de los conjuntos más destacados de los talleres de marmorarii y sculptoresemeritenses.

Las obras de la plaza se paralizan en 1903, cuando estaba casi rematada la primera planta del edificio. No será hasta 1912 cuando una renovada Sociedad Taurina Extremeña, S.A., presidida por D. Juan Macías Rodríguez, y de la que fueron accionistas un gran número de emeritenses, reinicia la obra que será rematada en 1914, teniendo lugar el festejo inaugural el 5 de julio de ese mismo año.

Este impulso final vino motivado, en buena medida, por tres razones: tener a la cabeza de la municipalidad a D. Pedro María Plano, uno de los mejores alcaldes de la ciudad en su historia; haberse concluido las excavaciones de algunos edificios de época romana, especialmente el Teatro y el Anfiteatro, y ser la década que media entre 1910 y 1920 un momento álgido de la Fiesta, conocido como Edad de Oro del Toreo (fruto de la pugna entre dos toreros singulares, Joselito y Belmonte).

Los emeritenses no querían perder la oportunidad de convertirse en anfitriones de estos dos colosos del toreo, si bien el cartel de la corrida inaugural estuvo compuesto por Tomás Alarcón «Mazzantinito», el magistral torero azteca Rodolfo Gaona y Franciso Posada, un torero de efímera existencia pero que se significó por su valentía y acierto con la espada.

En la reseña de su inauguración en la revista taurina Sol y Sombra, firmada por M. Asins, describe la plaza como «capaz para 12.000 almas, está dotada de corrales, cuadras, hermosos chiqueros, una preciosa capilla y una enfermería montada con arreglo a los últimos adelantos de la cirugía».

La plaza fue clasificada desde su inauguración de segunda categoría, rango que ostentaban entonces los cosos de Algeciras, Aranjuez, Cartagena, Gijón, Jerez de la Frontera, Linares y El Puerto de Santa María. Este detalle viene a destacar la importancia dada a esta plaza por la que han pasado las más importantes figuras del toreo de a pie o a caballo y, cómo no, los mejores hierros de la ganadería brava nacional.

Para el diseño de la plaza, la Taurina Extremeña buscó un profesional de prestigio, el arquitecto municipal de Badajoz (también lo fue provincial por algunos años) Ventura Vaca, cuya obra se inserta en las corrientes propias de la época, desde el modernismo hasta el eclecticismo.

El 27 de enero de 2022, el empresario y ganadero José Luis Pereda López amplía sus horizontes taurinos con la adquisición de la Plaza de Toros de Mérida, un acuerdo que ha formalizado con el anterior propietario y que ya es efectivo, habiendo tomado posesión del coso.

De este modo, José Luis Pereda sigue los pasos de su padre, el empresario del mismo nombre recientemente fallecido que adquirió e hizo resurgir la plaza de La Merced en Hueva. Ese mismo propósito tiene Pereda para el coso del Cerro de San Albín, como es conocida la plaza de toros emeritense, para el que tiene planes que conseguirán realzar su feria taurina y potenciar económicamente la ciudad de Mérida. Para ello, revitalizará el mercado gastronómico que ocupa toda la planta baja del coso, así como el museo taurino con la intención de convertir este edificio en punto de encuentro y referencia cultural para los emeritenses.

Como precedente de esta nueva etapa está el magnífico trabajo realizado por este joven empresario y ganadero la pasada temporada en las plazas de toros de Huelva y Almodóvar del Campo (Ciudad Real), donde programó ferias que fueron todo un éxito en un año todavía complicado por la pandemia.

Pereda quiere agradecer al anterior propietario, Vicente Elices Marcos, la confianza depositada para continuar con un proyecto que él inició en 2014.